¿Te llamas como alguno de tus progenitores o como algún familiar? Ten cuidado. Es posible que estés viviendo un destino que no te pertenece, marcado al ponerte ese nombre.
Así lo asegura el psicoterapeuta, coach y constelador Jorge Llano, quien explica que al llamar a un niño como a un familiar “se le invita a que ocupe el lugar del otro, porque un nombre tiene una historia y es muy posible que ese niño acabe identificándose con el destino de ese nombre”.